Trayectoria profesional
ANTONIO RUBIO FERRI. Licenciado en Ciencias Medioambientales por la Universidad Politécnica de Valencia, especialista en Ciencia y Tecnología Medioambiental.
Experiencia en Sistemas de Información Geográfica (SIG), formación con Vaersa y varios años trabajados en el departamento de agrónomos en la Escuela Politécnica Superior de Gandía al terminar la carrera.
Cofundador en 2013 de la empresa “La Granja de Bitxos”, dedicándose a ofrecer medios y asesoramiento para el mantenimiento y mejora de la biodiversidad en entornos urbano, agrícola y natural. Especialmente centrado en organismos considerados “fauna auxiliar” por su labor beneficiosa en el ecosistema o cultivo (como depredación de plagas o polinización) y en especies amenazadas o en retroceso.
Conferencia: “La biodiversidad como valor añadido en el olivar”
«El objetivo de la intervención será comentar las distintas posibilidades que ofrecen los entornos agrícolas para generar biodiversidad y qué beneficios obtiene el agricultor y la sociedad con ello. Nos valdremos de ejemplos reales, obtenidos principalmente de la intervención realizada en la finca “el valenciano” de Galpagro en Sevilla.
En líneas generales, cualquier gran transformación agraria provoca un descenso de biodiversidad (tanto vegetal como animal) debido principalmente al monocultivo impuesto y a las técnicas de control de plagas empleadas, el cultivo superintensivo aumenta más todavía este impacto ya que implica una mayor pérdida de biotopos y refugios que normalmente ofrece el cultivo tradicional, por lo que la biodiversidad se suele ver más afectada si no se actúa para remediarlo.
Pensamos que muchos de los impactos medioambientales generados por una actividad tan necesaria como la agricultura pueden ser corregidos o compensados logrando de este modo eliminar o mitigar gran parte del daño medioambiental causado. Las medidas propuestas para explotaciones como el cortijo “el valenciano” se centran en incrementar la biodiversidad autóctona a niveles que aproximen lo máximo posible el cultivo a un ecosistema equilibrado.
Resumen de medidas:
– Creación de cubiertas vegetales y de “islas” de vegetación autóctona. Esto contribuirá a la mejora del suelo y servirá de refugio/despensa para invertebrados depredadores y parasitoides que ejerzan un control natural sobre algunas plagas, polinizadores y vertebrados como anfibios, reptiles, aves o micromamíferos (musarañas, erizos, etc.)
– Creación de pequeños puntos de agua adaptados a fauna. Con ello se verán beneficiadas gran variedad de especies de insectos depredadores como odonatos (libélulas y caballitos de diablo) y las poblaciones locales de anfibios, como el sapo común o el sapo partero, aliados del agricultor.
– Plantación de vegetación autóctona de ribera en márgenes de arroyos y barrancos cuando sea posible y en algunas zonas de las grandes balsas de riego. (carrizos, espadañas, lirio amarillo, etc.) que permitan la nidificación de aves, reduzcan eutrofización, etc…
– Instalación de cajas nido sobre árboles y postes para facilitar la reproducción de diferentes especies de aves trogloditas. (páridos, torcecuellos, rapaces nocturnas, cernícalos, etc..)
– Instalación de refugios y “hoteles” para murciélagos fisurícolas en postes, torres eléctricas y muros. (grandes devoradores de polillas y otras plagas)
– Adaptación de buhardillas para el refugio o cría de colonias de murciélagos (rinolófidos.)
– Instalación de “hoteles de insectos” destinados principalmente a la reproducción de himenópteros como avispas alfareras y abejas solitarias (controladoras de plagas y/o polinizadoras inofensivas).»